Ser cartero no es un trabajo como cualquier otro. Y más aún si te importa la gente que vive en los pueblos jovenes. Lo sabe muy bién Romualdo, que a pesar del calor y de los perros vagos, sube todos los días al Cerro Hermoso, con su pesada bolsa de piel y su generosa voluntad de ayudar.
Maravillosas las ilustraciones, por Carmen Garcìa.
Lo que era el duro trajin de un cartero, contado a los chicos de hoy, aparece tan fantastico y lejano como un cuento de hadas. Pero igual conmueve y sorprende, porque es un tributo a los hombres como Romualdo, que cumplian con su trabajo de todos los dias, y mucho màs.